UNIDAD DE SUELO PÉLVICO

¿EN QUÉ CONSISTE?

El suelo pélvico es la estructura de músculos, fascias y ligamentos que cierran en su parte inferior la cavidad abdominal, cuya función es mantener los órganos pélvicos (útero, vagina, vejiga, uretra, recto) en la posición adecuada ya que ésta es crucial para su correcto funcionamiento.

Está constituido principalmente por peritoneo, vísceras (a través de sus propias estructuras de soporte como los ligamentos úterosacros y cardinales), fascia endopélvica, el músculo elevador del ano (con la fascias que lo cubren formando el diafragma pélvico), la membrana perineal y los músculos genitales superficiales.

La debilidad del suelo pélvico puede dar lugar a incontinencia urinaria, molestias, prolapsos (descensos de los órganos intraabdominales), dolor de espalda o disfunciones sexuales.

Esta estructura, a pesar de su preciso diseño, es muy vulnerable. El embarazo y el parto pueden ponerla a prueba provocando cambios anatómicos y funcionales.

Existen distintos factores de riesgo bien establecidos que pueden favorecer la aparición de lesiones: obesidad, embarazos y partos instrumentales, estreñimiento crónico, edad avanzada, menopausia, tabaquismo, entre otros.

SERVICIOS QUE OFRECE

Diagnóstico y tratamiento de:

¿QUÉ ES?

La incontinencia urinaria es la pérdida involuntaria de orina. Una de cada cuatro mujeres se verá afectada por este problema a lo largo de su vida.

En la mayoría de los casos, la incontinencia se produce por un debilitamiento de los músculos del suelo pélvico que mantienen cerrada la uretra. En el caso de las mujeres, esto se debe principalmente a los cambios producidos en el embarazo, en el parto y en la menopausia.

Los cambios hormonales que se producen en el embarazo, así como la presión que ejerce el útero sobre la vejiga y el propio esfuerzo del parto, pueden reducir la eficacia de los músculos del suelo pélvico.

Durante la menopausia hay una disminución de estrógenos. Esto afecta a los músculos abdominales pudiendo provocar cambios en la posición de la vejiga, reduciendo así la eficacia de los músculos que la mantienen cerrada.

El sobrepeso supone una presión añadida para los músculos pélvicos que puede dar lugar a pérdidas de orina.

Enfermedades como Parkinson, Alzheimer, espina bífida, esclerosis múltiple o los daños cerebrales también pueden provocar  incapacidad de controlar la vejiga o vaciarla por completo.

Puede tratarse también de un efecto secundario de ciertos medicamentos.

Las infecciones de orina pueden conllevar una hipersensibilidad de la vejiga.

SÍNTOMAS

Una micción normal debe realizarse cada 3 horas aproximadamente durante el día. No superar un número total de ocho y una de ellas puede ser por la noche

Existen varios tipos de incontinencia urinaria.

Las más habituales son:

    • Incontinencia urinaria de Esfuerzo: pérdida involuntaria de orina desencadenada por la actividad física: toser, reír, saltar, estornudar…
    • Incontinencia urinaria de Urgencia o “Vejiga hiperactiva”: pérdida de orina asociada a un fuerte desea miccional (urgencia miccional).
    • Incontinencia urinaria Mixta: una asociación de las dos anteriores.
DIAGNÓSTICO

El diagnóstico de la incontinencia urinaria está basado en una serie de procedimientos: la anamnesis o entrevista con la paciente, la exploración física, la exploración urodinámica y las técnicas de imagen.

Lo más importante para diagnosticar la incontinencia urinaria es realizar una historia clínica completa. Nos podemos ayudar de un Diario miccional, con el cual podemos conocer la severidad de la incontinencia.

Una prueba sencilla, pero de gran interés clínico, consiste en hacer toser enérgicamente al paciente cuando este tiene llena la vejiga. Esta prueba debe hacerse en varias posiciones: de pie, tumbado boca arriba y tumbado lateralmente.

La evaluación de la movilidad uretral se puede realizar mediante inspección, tacto vaginal o prueba del hisopo (Q tip test) o con técnicas de imagen.

Como pruebas complementarias para el diagnóstico de incontinencia urinaria contamos con:

Ecografía ginecológica, con la cual se pueden valorar útero y ovarios y si es preciso, orina residual postmicción.

Análisis de orina

Evaluación especializada:

Prueba urodinámica (flujometría, cistomanometría): se refiere a una serie de pruebas utilizadas para evaluar la función del tracto urinario inferior, midiendo diversos aspectos de almacenamiento de la orina y la evacuación.

PREVENCIÓN

Es posible prevenir la incontinencia urinaria, o al menos retrasar su aparición, adoptando una serie de medidas:

    • Practicar diariamente los ejercicios de Kegel (ejercicios para fortalecer los músculos del suelo pélvico).
    • Reducir el consumo de cafeína, el alcohol, y ciertos medicamentos como los diuréticos ya que estimulan la vejiga.
    • Combatir el estreñimiento.
    • Evitar la obesidad y abandonar el hábito tabáquico.
TRATAMIENTO

El tratamiento de la incontinencia urinaria,  debe iniciarse con técnicas de comportamiento, como son la reeducación vesical y el entrenamiento de la continencia, así como modificando hábitos que suponen un factor de riesgo para la misma.

Terapias físicas:

    • Rehabilitación del suelo pélvico, con la práctica diaria de ejercicios de Kegel.
    • Electroestimulación, que puede emplearse sola o en combinación con los ejercicios de contracción activa.

Terapia farmacológica:

    • Estrógenos tópicos: la atrofia vaginal puede conducir a síntomas de frecuencia urinaria y disuria.
    • Fármacos anticolinérgicos y agonistas adrenérgicos: inhiben las contracciones involuntarias de la vejiga.

Otras terapias:

    • Toxina botulínica.
    • Láser fraccionado de CO2.
    • Cirugía: colocación de malla suburetral.

¿QUÉ ES?

La disfunción del suelo pélvico hace referencia a una amplia variedad de trastornos que afectan a la parte inferior del abdomen y a la pelvis. Implican un descenso (prolapso) de la vejiga, la uretra, el útero, el intestino delgado, el recto o la vagina, causado por debilidad o lesión de los ligamentos, del tejido conjuntivo y de los músculos de la pelvis.

SÍNTOMAS

Puede sentir presión o una sensación de peso en la pelvis, o tener problemas con la micción o las deposiciones.

Los síntomas suelen aparecer cuando se está en posición vertical, se hace presión o se tose, y desaparecer a tumbarse y relajarse. A veces, el coito es doloroso.

Los diferentes tipos de trastornos del suelo pélvico reciben su nombre según el órgano afectado: rectocele (recto), enterocele (intestino), cistocele (vejiga), prolapso uterino, colpocele (vagina). A menudo se presenta más de un tipo.

DIAGNÓSTICO

La disfunción del  suelo pélvico se diagnostica  realizando una exploración ginecológica con un espéculo (instrumento que se utiliza para separar las paredes de la vagina).

Puede pedirse a la mujer que empuje como si quisiera defecar o que tosa, ya que la presión ejercida en la pelvis puede hacer más evidente el trastorno del suelo pélvico.

Pueden realizarse pruebas para determinar el funcionamiento de la vejiga y del recto.

Se suele determinar la cantidad de orina que la vejiga puede almacenar sin fugas, la cantidad de orina que queda en la vejiga después de orinar y  flujo de orina.

PREVENCION

Al igual que lo comentado en el apartado de “prevención de incontinencia urinaria”, la disfunción del suelo pélvico podría prevenirse adoptando ciertas medidas y modificando hábitos de vida, como practicar diariamente los ejercicios de Kegel (ejercicios para fortalecer los músculos del suelo pélvico), combatir el estreñimiento y evitar la obesidad.

TRATAMIENTO

Los ejercicios de la musculatura pélvica y los pesarios son beneficiosos, pero puede resultar necesaria una intervención quirúrgica.

Los ejercicios del suelo pélvico pueden disminuir los síntomas, como la incontinencia por esfuerzo. Son más útiles si el prolapso es leve. Los ejercicios de Kegel van dirigidos a los músculos que se encuentran alrededor de la vagina, la uretra y el recto, que se utilizan para detener el flujo de orina.

Existen técnicas que ayudan a aprender a realizar estos ejercicios: pequeños conos insertados en la vagina, que ayudan a contraer los músculos correctos, dispositivos de biorretroalimentación, o estimulación eléctrica transmitida por una sonda que emplea el profesional médico para contraer el músculo correcto.

Pesarios: son dispositivos que se introducen en la vagina, para que sirvan de soporte a los órganos del suelo pélvico. Los pesarios son especialmente beneficiosos para las mujeres que están esperando una intervención quirúrgica y para las que no quieren o no pueden someterse a cirugía.

Pueden tener la forma de un diafragma, de cubo o de anillo.

Cirugía: Si los síntomas persisten después de haber probado los ejercicios de suelo pélvico y un pesario, se recurre a una intervención quirúrgica.

La intervención puede consistir en reforzar los tejidos para evitar que el órgano descienda, por ejemplo, en caso de rectocele, enterocele y cistocele, a este procedimiento se le llama COLPORRAFIA. También se pueden reparar los tejidos entre el orificio de la vagina y el ano: PERINEORRAFIA. En estos dos procedimientos la cirugía se realiza a través de la vagina.

Para corregir un prolapso grave del útero o la vagina suele extirparse el útero (si aún está presente).

La parte superior de la vagina puede unirse con suturas a una estructura estable cercana, como un hueso o un ligamento fuerte en la pelvis. Estos procedimientos se realizan utilizando un laparoscopio o mediante una incisión en el abdomen o en la vagina.

En ocasiones se emplean mallas sintéticas para reparar la vagina.

¿QUÉ ES?

EL dolor pélvico crónico es un síndrome caracterizado por la presencia de dolor en el  abdomen inferior, así como en periné, vagina, uretra, región vulvar y anal, con o sin relación con el coito, asociado o no a otros síntomas sugestivos de disfunción del suelo pélvico, que se prolonga durante al menos seis meses, ya sea de forma continua o intermitente.

Las causas pueden ser múltiples, a veces se combinan entre sí y en muchas ocasiones no se identifica la misma: causas ginecológicas (cíclicas: como ovulación, dolor con la menstruación o no cíclicas: como endometriosis, enfermedad pélvica inflamatoria, adherencias…), causas genitourinarias, gastrointestinales, musculo-esqueléticas o neurológicas entre otras.

SÍNTOMAS

Se trata de un dolor en el hemiabdomen inferior que puede ser constante y de intensidad leve, o agudo y parecido a un calambre. Ser continuo o intermitente, puede no sentirse en un punto específico, sino en toda la región pélvica.

También se puede identificar como sensación molesta de presión en la región pélvica.

Puede llegar a ser muy incapacitante y afectar a la calidad de vida de la persona que lo padece.

DIAGNÓSTICO

Para el diagnóstico del dolor pélvico crónico es preciso en primer lugar un preciso y extenso interrogatorio.

Es imprescindible un correcto examen médico además de la realización de una analítica básica.

Como prueba complementaria destaca la ecografía pélvica, mejor si ésta se realiza con sonda vaginal ya que permite la visualización de la pelvis.

La resonancia magnética también puede resultar útil.

En ocasiones es preciso realizar una laparoscopia para hallar la causa del dolor.

PREVENCIÓN

Evitar la obesidad

Realizar una dieta equilibrada

Practicar deporte moderado, ejercicios de Kegel así como Yoga o Pilates.

TRATAMIENTO

En la mayoría de los casos es necesario un abordaje multidisciplinar.

El equipo de profesionales susceptibles de participar en el tratamiento de los pacientes con Dolor Pélvico Crónico incluyen: ginecólogos, urólogos, anestesiólogos de unidades de dolor, fisioterapeutas, psicólogos clínicos, digestivos, coloproctólogos, médicos rehabilitadores y enfermeros hospitalarios

Lo primordial para que el tratamiento sea óptimo es actuar sobre la causa del dolor, si ha sido posible hallarla.

Generalmente se iniciará un tratamiento farmacológico con el empleo de analgésicos de distinto tipo según la intensidad y el control del dolor, como antiinflamatorios no esteroideos,  en ocasiones es necesaria la adyuvancia con antidepresivos o incluso opioides.

En algunos casos, el tratamiento ha de ser quirúrgico, como por ejemplo la liberación de adherencias, la extirpación que quistes endometriósicos,  la propia histerectomía.